La tripulación es exclusivamente femenina: 6 mujeres que han vivido la experiencia del cáncer de mama, una médico y una skipper.
¡La transatlántica!
La primera semana se reveló rica en emociones con el inicio de un proyecto que había tardado más de un año a asentarse. Durante la travesía la meteorología les deparó una suerte extraordinaria. No se encontraron con ninguno problema de parte del barco, si exceptuamos una driza de gennaker rota a nivel de la polea de tope de mástil. Aprovecharon su recalada de 36 horas en Cabo Verde para subir al mástil, cambiar la driza e instalar otra de recambio.
Stéphane Couty, – Tripulante " Es un desafío, el testimonio de que la vida no se para. No somos supervivientes, estamos vivas, muy vivas y deseosas de ir todavía más lejos".
Antes de salir estaban un poco aprehensivas por el tamaño del barco para ocho personas. Finalmente, la ergonomía garante de un excelente aprovechamiento del espacio y de la circulación resultó ser una agradable sorpresa para ellas. La mejor baza del barco es el espacio en la cocina. Elisabeth nos afirma que pudieron degustar platos a base de alimentos frescos hasta la segunda semana de la transatlántica.
Elisabeth:"En mi opinión, para este tipo de aventura, un catamarán como el Lagoon 42 es el barco ideal.Cada una de nosotras encontró su sitio a bordo, sin pisarnos las unas con las otras.¡Incluso tuvimos sitio suficiente para bailar!El Lagoon 42 es fácil de maniobrar y fue un real placer para nosotras aprender a navegar con el".
A bordo las funciones se repartían naturalmente y los días discurrían al ritmo de actividades diversas: navegación, charlas sobre la enfermedad, meditación, escritura, lectura, fotografía, baile para desahogarse...De noche, alternaban los turnos y disfrutaban de cielo estrellado.
Muriel Andrey-Favre – Skipper: "¡A menudo encuentro a mis tripulantes tumbadas sobre la cabina para admirar este espectáculo increíble, una noche estrellada sin contaminación lumínica!La vida a bordo sigue su curso, la proximidad de la llegada hace que las últimas horas sean más intensas, nos damos cuenta de la suerte que hemos tenido formando parte de esta aventura extraordinaria".
Durante esta experiencia, la skipper les enseño a olvidarse de la teoría navegando con las sensaciones, sintiendo y observando el mar.